sábado, 26 de diciembre de 2009

(..) Y te vi de nuevo..


(..) Y te vi de nuevo, reflejada en cada destello de luz, simplemente, invulnerable, representando firmeza e imponiéndome tus ansias de ser poseída, más inmutable que el filo del tiempo y tan obstinada y persistente como yo, exigiendo gestos benévolos y sonrisas perfectas. Te vi de nuevo: tan absoluta y etérea. Aún el brillo de tus ojos y la instigación de tus labios jugaban a quererme.

Aún podía perderme en la travesía del vaivén de sus piernas, aún podía desvanecerme en su aliento al escucharle musitar mi nombre en el transcurrir de amargas noches, aún podía sentirle, y perderme en el placebo que representó el pudor de su presencia. Tantos aún… tantas emociones indescriptibles… tantas preguntas por contestar y, el efímero eco de alguna vaga promesa sellada con un dudoso beso.

En noches como esta, me habría acercado lentamente, con aquella sutileza que sólo posee un cazador asechando a su presa. Me aproximo. Te encuentro. Te beso y, en la brevedad de un suspiro bajo aquel sortilegio eclipsante con que me envuelves, escribo entre tus pechos la más simple de mis dedicatorias, sin embargo, eso no significa que sea la menos prorrumpida de todas ellas. Detalla mis ojos, esta noche poseen un brillo especial… te amo.

Shh, calla.
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Comparto, al fin, esta carta. Espero le guste tanto o mas que las anteriores, mi querido lector; pues, he estado ausentandome mas de lo normal, mas de lo necesario y, al igual que ud, necesito perderme en el fervor de algunas palabras, solo que no les consigo.

jueves, 23 de julio de 2009

¿Como estas? --dejame intentarlo 2da parte--...O


22-07-09

¿Cómo estás?

Tu nombre es, sencillamente, un eco reflejado en mi inconsciencia.. en cada espasmódico recuerdo o anhelo. ¿Sabes? alguna vez quise decirte algo, pero tal y como suele suceder al intentar planificar los sucesos... no sucedió así; me habría gustado pedirte un breve beso, una caricia o un leve estallido de emoción: antes que nada quiero que sepas que, yo sólo soy, que no puedo ser mas que, otra dimensión del arte que se lee así mismo con sólo escucharte, con cada te quiero que dedico y con cada respuesta trasmutada a sonrisa que me brindas.

-- Ahora sabes por qué me esfuerzo tanto por hacerte sonreír... ^^

Me entristece el hecho de no saber de ti. ¿Cómo estás?, me pregunto a cada instante, bajo la claridad que inunda el melancólico ritmo que anuncia o preside el comienzo de cada día. ¿Cómo estás?

Como gotas pesadas e impuras, exhumo de entre tantas letras palabras que solían enajenar el pudor que aún merodea por los recovecos de mis recuerdos... aquellas instancias placidas y lejanas. Ten presente cuán vertiginosa fuiste para mi... el cómo comprendimos entre escasos tinos que tu aroma es el veneno de mi cordura y que mi razón yace en la fragua de tus labios; guárdalo en lo más profundo de aquel titubeante brillo con que me embriagas al mirarme... consérvalo.

Deja que ahorque suspiros y estirpe frases hasta que de estas no quede otra cosa que no sea su esencia soluble y completa. Deja que rasgue la cortina del cielo y provoque su llanto hasta sentirle estremecer en tu nombre. Deja que te sienta una vez mas, energúmena... pero mía.

¿Dónde estás? ¿Aún muy lejos? por favor, espera... intento respirar...

Aquella tarde, robaste las pocas palabras con las que contaba; así que, no poseo la misma libertad de escribirte cientos de Edenes tal y como pude hacerlo hace unas semanas atrás; ya no puedo hacer de tus trazos... mis palabras, ni de tus elogios... arte. !Ya no puedo!

--- Ya no puedo dibujarte... ¿Por qué no me dejas intentarlo de nuevo?

Róbame algo mas si gustas, pero... esta vez, déjame saber cómo estás...
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Dedicado a ti, Otoño--

martes, 7 de julio de 2009

Dejame intentarlo...O


Una tarde cálida y lluviosa. El cielo tiende a opacarse cada vez mas y mas, mientras en él se dibujan ligeras grietas que parecieran permitir que el mundo se viniese abajo en cada gota. Es este el permisivo escenario en que iniciaré mis peticiones.

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Déjame intentar algo. Deja que mis manos se complazcan con la dicha de no poder darte nada que no poseas ya de mi. Déjame intentar algo distinto, bien sea una caricia sepultada tras las comas de entre mis líneas o, un simple beso rasgante y abrazador como toda petición abstenida con el paso del tiempo entre las limitaciones de este trozo de papel.

Deja que me introduzca en tus temores hasta acorralarte en el fondo de ti misma y atarte a la cordura de mis labios. Deja que mi tacto pasee por entre tus senos y los sienta sucumbir de fascinación. Deja que mis dedos presuman de su poder hasta adentrarse en los recovecos más profundos de tu sombra y robarte, incluso, el eco de tu mayor estallido.

-- Sólo... déjame. Déjame intentarlo..

Adivinaré mi nombre en tu boca mientras sonríes con plenitud. Mis labios ascienden lentamente sobre el vaivén de tus vibrantes piernas hasta abrirme paso del todo entre ellas. Esta soy yo, reposando anhelante y envuelta en los aromas de tu cuerpo. ¿Piel en guardia? No, sólo ha sido una breve efusión..

-- Sólo... déjame. Déjame intentarlo..

Enmudecida, tímida y dudosa; así te contemplo. Tomaré tu cabeza entre mis manos, entreabriré tus labios y te ahogaré en la lascivia con que te llaman mis besos; aquí yazco yo, sosteniéndote trémula y agitada. Un par de gotas caen sobre tus ojos, el techado enmohecido y fosco se desmesura un poco entre tanta humedad. Caen algunas gotas más. Cierras los ojos. Despiertas desvaneciéndote junto a la sombra de un rostro poco común.. sin saber que ese he sido yo.



-- ¡Déjame intentarlo!

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Espero te guste, Otoño.

domingo, 5 de julio de 2009

mmh.


Fontainebleau Paris, Octubre 1996.

Podía ver la silueta de tu cuerpo insinuándose entre sombras apenas perceptibles. Avancé un poco más hacia ella, te encontrabas en la ducha, desnuda, como si te prepararas para mí; el vapor empañaba aquella delgada cortina de tela roja impermeable que nos separaba y que, tal vez, te protegía de mi. Devoraba cada centímetro sólo con pensar en poseerlo, mis manos, como si se tratase de aquel carmesí, desgarraban la ropa que hacía las veces de tino sobre mi cuerpo, creyendo inhibirlo . Entre sudor y espera, mi visión, al igual que mi cordura, se consumieron entre aquella amplia gama de aperturas incandescentes y plenamente deseadas.

Es todo lo que puedo contar de mi primera noche en Roissy... sólo la vi, la admiré y, claro está, la deseé como a ninguna que le hubiese presidido. Puede que mi calor haya sido ocupado por otro, minutos después, no lo sé.

Versalles Paris, Diciembre 1997

Algunas moribundas se sortean para subastar su cuerpo ante los invitados de mi despacho, el precio es bajo, bastante, diría yo; pero les bastaría para ultrajarse entre corrompidos parajes desteñidos... viciados.

Encendí un cigarrillo, ejerciendo postura de espectador mientras ellos se turnaban en pares para socavarla una y otra vez. Eran tres pares... cientos de orgasmos y breves fallecimientos. Sonrisas placidas y estallidos corporales al unísono de la sosegada y a la vez ansiosa voz. Les escuché una y otra vez.

Daniel insistió en abatirse sobre ella antes que nadie. Tomó sus caderas y bruscamente la tendió de espaldas sobre el mostrador. Ella no respondía con ningún gesto, ni negando ni aceptando las órdenes de este sujeto. A duras penas sus mejillas lograron ruborizarse cuando éste la besó con tanto fervor que se sintió ahogar, y entre el más leve de los respiros... en alguna breve pausa, se sintió desvanecer. Daniel y John le ayudaron a ponerse de pie y, pronto, sus manos fueron atadas a uno de los postes con que se veía adornada la estructura del local. Aun tenía sus labios entreabiertos, Daniel se acercó y acarició la punta de sus pezones, erizando a un mas la piel de aquella mujer.

Ella vestía con un sobretodo color negro, por debajo no había más que un par de ligeros atados a sus medias negras, y una casi traslucida blusa de tiras delgadas que fueron arrancadas durante las caricias del primer beso. Tanto Daniel como John vestían trajes negros, camisa blanca y no podían faltar corbatas negras o rojas.

Daniel empezó por quitarse la chaqueta y aflojar su corbata. Se sentó frente a ella, le miró a los ojos y preguntó sonriente: ¿Cuál es tu nombre? Ella permaneció inmóvil, tal vez cautiva en aquel infinito brío que parecía desnudarla en cada parpadear o, sencillamente, absorta observando la manera en que la frivolidad le sonreía desde aquellos labios a los que minutos más tarde dedicaría gritos y lagrimas y, al final, súplicas.

-- Anne -- Respondió con voz débil.

--John --Asintió Daniel-- pásame la fusta y la venda negra.

viernes, 3 de julio de 2009

¿Capricho?

27-02-09
Alguna brisa fresca, unas cuantas peticiones por cumplir y, el cambiar constante y precipitado de los trasfondos del cielo al leer mi fatídico nombre. Complazco carencias ajenas, haciendo de mi arte el tino complementario para concebir en otros efusiones casi afrodisiacas; hago esto por placer, porque entre tantas musas, hoy una de ellas me pide algo especial… hoy me pide que le otorgue el candor veraz y fugitivo de algunas palabras sin mucha relevancia y, dependiendo de su perspectiva, poco sentido; aún así, le escribo… --te complazco--.

Pocas fronteras he conocido, pocos senderos he discernido, toda ruta se me es ofuscada ya que los sabores me reconocen como prohibida; incluso me veo relegada de rasgos infalibles con que apoyo mis erróneas percepciones sobre el torrente de facetas con que te espero en calma. ¿Serás mi musa esta noche? Los fármacos no surten efecto ¿tan ineludible eres? Las mascaras no ocultan mi verdadero rostro ante las vociferaciones de un desconocido, todo se quebranta como el cristal, mi respiración se cuela entre los espacios de pulmones vacios y vanos, mientras en cada suspiro grito uno de mis etéreos deseos.

¿Musa o dueña? ¿Cómo te percibo?---Simplemente, entrañable y curioso.

Algunas veces sintetizo lo que creo sentir y siento, en un solo nombre, es difícil discernir entre tantas muertes y nacimientos el augurio de lo que realmente prevalece; a veces todo es predilecto, mas, la espontaniedad hace de las suyas cuando a espaldas estamos y solo sonreímos sin egoísmo. Aquí estoy ahora, viendo los trasfondos de tu sonrisa mientras tu voz ruboriza mis mejillas. Puede que lo haga desde lo incierto entre mentiras, pero… cada despojo, vestigio y espacio te materializa como la encarnación de algo creado solo para las palabras; y, en el tenue ocaso de la bombilla titubeante de mi lámpara, puedo posarme sobre ti e incrustar las palabras en tus oídos como si fuesen ráfagas de viento ante las brasas del averno diciéndote otro de mis deseos en un quejumbroso esbozo de timidez, ¿cederás? –me pregunto.

Otra brisa de antaño, curiosidades y necesidades que prevalecen. ¿Cuántas peticiones se arraigarán a mi clemencia trastornada? Un nuevo ciclo crea incipientes estribillos para tu nombre, encadenando mi voz a recitar melodías taciturnas ante los monótonos días en los que viajas… aquí sigo, haciendo de tu sombra el rostro de alguna pesquisa enardecida. Enumero mis ansias y te vistes con ellas en el simbolismo de alguna plegaria, desmesurando lo irreconocible al concebirme en un vertiginoso brío de palabras sucumbiéndose sin ser expresadas.

Alguna brisa fresca… un suspiro que te enaltece.
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Dedicado a alguien..
A ti, Otoño... ^^.

Otoño...

19-02-09

En un grito atravieso las dimensiones que procuraban limitarme y me encuentro bajo la perfección absoluta del otoño, cada hoja posee una de tus características, acoplándote al cálido sentir de mis emociones e inexplicables pensares; me rozas, me acaricias, ¿acaso me palpas? El viento succiona las imágenes que denoto en mi estación predilecta. Grito de nuevo. Sigo sin verte. Muéstrate mientras evocas incipientes preguntas sobre tus contornos ilegibles atiborrados de minuciosas teorías marcadas con proezas concebidas en los sosiegos del alma, mientras a través de algún cristal grisáceo intento verte indagando en perspectivas ajenas… para sentirte mía.

Aquí busco, aquí me pierdo… aquí te siento. Las hojas no paran de caer fragantes, desprenden algún aroma sanguinario descrito por tu nombre. Todo coordina con el frenesí en que ahogas mis sentidos trémulos y ansiosos. Realzo mi rostro para sumirme en la mas pura de las entregas, en un halito empiezo a comprenderte; ---Y llamaba frenesí a lo antes mencionado. ¡Ja!- perdí parte de mi visión, solo observaba la intromisión de sombras en los cuerpos de sus respectivos amos… solo detallaba como el olvido nos seguía de cerca y los matices les inmortalizaban. Vi como en una sonrisa imperceptible te dedicaste a la relatividad del todo que somos al aceptarnos como incompletos.

Tretas…sinfines de infortunios tomaban mi sencillez, me reconocí como compleja entre lo incomprensible aún sabiendo que allí yacías tu. Tomaba cientos de hojas para inmacular mis manos, incrementando aquel fortuito juego de colores y pinceladas al que jugabas, siendo yo, el cincel de lo inmemorable. Entre dicho vaivén, reconoceré tu esencia y la haré soluble entre mis labios, dibujare entre los tuyos el despliegue de memorias punzantes con un dulce beso que confitará los vestigios amargos de tus recuerdos… y serás de nuevo aquella estación predilecta plagada de calma e inmutables sensaciones y facetas en las que escucharé tus pasos como el aire que de mis pulmones es liberados con extenuación. Así…

Y es entonces cuándo al pensarte me veré inundada de simplezas, haciendo de tu presencia el matiz de mi paz. Te reconoceré ésta y cada noche como otoño, y ese será tu nombre. Dibújame… dibújate. Muéstrame como eres al despojarnos de márgenes sin trazos ni rutas: dibújanos. Deja los martirizantes alardeos sobre las cargas de las que te libras y compleméntame entre el vals de innumerables hojas secas, dancemos…. Dancemos entre lo tangible, entre el pulso desenfrenado de las palabras con que obraremos hasta conocernos; sólo… una pieza, sólo una leve y breve tertulia de sensaciones deseadas… sólo, drena un poco de ello en mis venas y deja caer el peso de tus alegorías sobre mi piel, pues, he de transmutarlas en caricias indelebles.

Con detenimiento leeré mas allá de cada letra que compone tu nombre, otoño.
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Dedicado a alguien...
A ti, Otoñito, y sabes muy bien el estado en que me encontraba en esos momentos; esa es mi excusa del por que de ciertos errores.. jejej..

domingo, 28 de junio de 2009

Un poco de Safo.. --

(...) Me parece igual a los dioses
el hombre aquel que frente a ti de sienta,
y a tu lado absorto escucha mientras
dulcemente hablas
y encantadora sonríes. Lo que a mí
en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo
decir ya palabra.
Al punto se me espesa la lengua
y de pronto un sutil fuego me corre
bajo la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban,
me invade un frío sudor y toda entera
me estremezco, más que la hierba pálida
estoy, y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz.

Ya se ocultó la luna
y las Pléyades. Promedia
la noche. Pasa la hora.
Y yo duermo sola.

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Dedicado a alguien, ^^...

sábado, 4 de abril de 2009

Abandono

12-02-09

Siento celos del tiempo, pues te palpa inmemorablemente cada vez que te desdibujo al ausentarme entre presencias taciturnamente cóncavas, entre seres más vacios que completos. Sus flagelos contornean cada espacio creado por mis manos y hacen de tu piel algún vestigio espasmódico de mi imaginación –no era esta la forma en la que te recordaba---musitaré esta y cada noche en que reproches el por qué de mi sombra alejándose de la alcoba, mientras recorro los escombros en los que jugábamos a querernos cuando niños, hasta llegar al patio donde dejamos de jugar y empezamos a amarnos con la fragancia del frenesí, fue allí donde te recordé… invulnerable ante el tiempo y el deterioro de la mala memoria.

Te dibujé de nuevo. La flacidez de tu tez fue sólo la alegoría de mis quejumbrosas obligaciones, tus constantes preguntas y sermones intentaban ser mi tino y atarme a dicha cordura flagelando todo atisbo. El dulzor de tus ojos brillaba como nunca. Tu sonrisa evocaba sentires fragantes mientras al mirarte notaba cómo aquella travesura consumía el vigor de nuestras voces con el tiempo; --siempre he sido algo posesivo—reconocí. Jamás olvidaré los aromas que se despiden desde tu piel al compás de mis peticiones.

Siento celos del tiempo porque solo él te vio envejecer. Siento celos de la distancia porque solo ella me quita el tiempo que suelo dedicarte. Mas, te siento como aquella presencia entrañable mezclada homogéneamente con la ficción que se esconde tras ausencias.

Retomo instancias. Sólo veo vejez y aquella inmutable imagen que retorcía mis hechos hasta hacerlos parte de mi sentencia vivida. Allí yazco, viendo el retazo representado por mi rostro postrado en aquella cama en la que relegué su compañía; el espacio era corto, pero su calor íntimamente acogedor. Las disputas eran abrasantes, cada palabra rasgaba el Edén de perdones que me absorbían al ser retenidos. Conversábamos entre refutaciones sin sentido e incoherencias fortuitas de proezas insensatas: yo con mis celos energúmenos, y tú, con tu gran revuelo entre la faz que acoge a todo ser supremo e inmaculado… --ni siquiera mis manos lograron acariciarte íntegramente desde que abandonamos la libertad con que gozábamos en la penumbra--.

La belleza se despojaba de ti mientras me despedía sentado a tu lado con un simple y trivial –buenas noches-.

Las noches inhalaban mi rostro, las sabanas bebían todo rastro húmedo antes de ser sumido por mi piel, mi voz se sosegaba enmudecida entre gritos que se desvanecían al palparte como si estos fuesen tus pesadillas. Agitado me dedicaba a contemplar destellos enrojecidos palpitantes, mis uñas se adherían a mi piel, mientras un lento y martirizante movimiento cautivaba mis dientes destrozando mis labios; tal frenetismo no era propio de mi, hasta hacia unas pocas noches en las que lo abstracto se amoldó a mi frivolidad como remordimiento.

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Aun sigo marcada por Isabel Allender, como podras notas, je!..
Antes de despedirme, mi querido lector, espero halla disfrutado esta breve elocuencia de mi tacto...

Hasta entonces...

Balbuceos...

15-02-09
He escrito por celos. He escrito por abandono. He escrito por atisbos inmutables. He escrito por carencias entrañables. He escrito por pasión y deseo…. Y escribí por ti; por aquella gama de recuerdos que se condensaban justo en el momento en que levantabas tu titubeante mirada al cielo reconociéndome entre el desdén de destellos al llorar, puede que te hallas preguntado que si al igual que el sol, mi mirada te habría abandonado.

Es fácil fingir, pasar por alto lo inevitable y hacer trascendental todo sentimiento que no deba ser alimentado mientras nos hace perecer. Es fácil ser el ciclo de lo monocromático y absurdamente inexplicable. Somos aquella ‘normalia’ que se ve delimitada por temores y quejumbrosas hipótesis sobre lo que somos y no seremos; eso somos: la triste fachada de lo irónico. Y es así como te veo, adjunta a la trivialidad de la conducta, siguiendo pasos ajenos e inmaculando tus proezas con inocencia… es, simplemente, el mismo rostro.

Otra mascara, un nuevo recital de lagrimas en tu nombre y, el tejado de mis alternativas desmesurándose entre el matiz de sus colores anímicos. Otro rostro, una nueva sonrisa; ¿Me miras? Sonríe… sigo aquí, prisionera de la abstinencia, demoliendo recuerdos y forjando fronteras.

Te dedico esta instancia en la que no hay cielo, en la que las tórridas corrientes flagelantes del viento también se ausentan; te dedico mis oprobios e infortunios literarios, así como la errada silva de mis líneas dibujando tu nombre entre versos cuya métrica se desconoce. Cada palabra es desconcertante, y cada letra pierde sentido mientras yo, carente de sensaciones y entregada a la sulfuración de mis poros, hago de mi visión e imaginación alguna imagen desorbitante y agitada entre los espacios de mi respiración. Los colores decaen, todo se degrada coordinadamente con cada lágrima: Mi lámpara… mi habitación… mi cama… tu rostro, tu voz, el eco caustico de tu presencia y, tu aroma: toda una entera comunión desbordándose en una desligada entrega.

De nuevo escribo, sólo que entre tantas incoherencias no diviso el por qué… tal vez sea para ti, no lo sé.

Escribo para ti y para nadie. Tercera parte

02-02-09

326 días han pasado desde que me dedicaste el sórdido aire que respiras entre el caos de tus reprochantes memorias. Las extensiones de verdades inciertas se cuelan en el frio que vislumbra aquellas frases celebres que martirizan los indicios de tu voz exánime. Justo ahora, más que nunca, siento como filtras el solitario sonido que respiras al escucharme, bebes las fragancias insípidas trasmutadas en rastros y, acaricias aquellos confines que los destellos prohíben; mientras, me dedico a imaginarte velada por la penumbra de alguna melodía fugitiva, lacerando la incertidumbre de mi cuerpo desatinante; empezando entonces, con cierta indiscreción alguna conversación imprudente con breves imágenes que te dibujan entre los espasmos que mi lucidez llama recuerdos inmemorables… sólo frutos de fuentes lejanas e intuitivamente deseadas. Dime y, responde con sinceridad, ¿Cuándo me llevaras a soñar en lugar de vivir? ¿Cuándo será tu sombra el flagelo de mi presencia? ¿Cuándo podré indicarte aquel paraje que te llevará al sepulcro de mis labios? Y, dedícate a acariciar dichas sensaciones sintiéndome, a media luz… si estas allí.

¡Vaya enloquecedora que se tornan las búsquedas! Cuán traslucidos son los retratos que imprimen los sonetos de nuestros balbuceos infernales y vibrantes. Todo es concebido entre los tic tac, tic tac del tiempo en su inquietante e infinita duración.

Duermo. Ya ni mis ansias toleran los efectos colaterales del insomnio y los fármacos que ingiero: entre mentiras e infamias tus manos perciben el gélido hedor de la fragua que represento; escucho el eco de tu voz diciéndome --¡Filtra! ¡Bebe! Sacia tu sed en mi piel. Con tus manos desgarra mi tez. Frunce mis labios bajo el manantial que empaña el rito de nuestros cuerpos ahogándose en la más profunda de las pasiones, agónicamente…

(..) Permíteme estrujarte y, en besos, poseerte. Haciendo de tus sentidos cuál pecado digno de mi devoción y, de tu sangre el vino que transitará entre los bálsamos de tu cuerpo, ahogando mis dientes en el estertor de tu piel--.

Tic tac, tic tac, tic tac. Despierto agitada destilando pesadillas que sólo me conducen a la misma y monótona pregunta. Sentidos trémulos. Palabras que se detienen en constantes tartamudeos. Sólo… un hálito, una decadente vociferación: ¿Estás allí?

Cada infinita noche trae consigo mis desvelos e infortunios sueños. En cada noche te busco… te buscaré y, por unos instantes creeré que te habré encontrado… sonriendo, desdibujado entre la clemencia que hace demencial a mis labios bajo el mortuorio brío de las estrellas al amanecer. Así que, te esperaré esta noche, y la siguiente, y la siguiente, y la que le sigue a ésta. Sencillamente, te esperaré, jugando a dormitar entre mis ángeles y demonios: bajo el llover de las estrellas o, bajo el caminar de voces sanguinarias con las que sólo con mirarte logro palparte; entre tanto y mucho más, lo haré.




Escribo para ti y para nadie..Segunda parte


30-01-09

Las noches no terminan, aún siento la ausencia de frases dedicadas a alguien a quien no reconozco; escribo para ti y para nadie. Escribo vislumbrada entre sombras y olvidos, escribo sin guía ni objetivo, pues, eres mi infinito y, al señalarte en el… veo como eres concebida entre el absolutismo de mis carencias y ensueños. Las estancias se muestran tangibles mientras cada proyección de luz empieza a extenderse en el eco que me hace recordarte carcomida y vulnerable ante mi mala memoria.

Mantendré mi sencillez, seré explicita, conversaré con los silencios cáusticos de tu voz enmudecida, sosegada y dudosa… conversaré con la efigie de tu ser, reconociendo tu alma como el espejo de tu integra soledad. Trasmutaré a tu piel, sorbos de mi esencia en su estancia de solubilidad entre atisbos de insensatez y dotes de alguna forma de ‘comunicación’. Pálpitos cóncavos e incipientes siento… ¿tuyos? -¡je!- parecen ser míos.

¿Dudas? En medio de cualquier rasgante desdén lo hago y, siento como desde el calor eufórico de tu cuerpo se desprende la comunión de preguntas seguidas de sinfines de por qué; a su vez, limitaré la dinámica de mi piel a tan sólo obrar sobre la tuya, fragante. Es curioso, es inquietante el saber cómo la unión de alguna sucesión de puntos, metas, retos y sucesos osan corromper hilares de sensaciones enajenadas.

¡Cuán sutil! ¡Cuán irreconocible! A duras penas lograría firmar con besos esta carta sobre tus labios; mientras… solo dedico a la variabilidad de tu nombre, un te quiero sin rumbo y un volátil ‘hasta luego’, esperando que mis líneas te palpen y mis sentidos se entrelacen a la estabilidad que envuelve tu vibrante y lánguida carnosidad…

Como sufijo adverso a la gramática que profetan algunos intelectuales que desean sentirse grandes, adjunto a estos balbuceos literarios el atisbo del limbo en que conversamos mediantes miradas y saludos sin correspondencia. Se dice que hay que olvidar para poder vivir; mas, como las hojas fugitivas del otoño, todo ha de renacer en la primavera que enrojece el fervor tus contorneados labios.

El invierno está por llegar, no olvides relegarme de él y, continua percibiendo entre la lejanía el rito frenético de mis incesantes pasos siguiendo el pulso reivindicador de los tuyos. La noche es sublime, el parpadear del día es bello cuando me veo renacer en tus ojos; ¿tal alba existirá? Mientras, me veré salpicada en los suplicios de algún nostálgico atardecer implicado en la última dimensión de tu ser; pues, eres mi instinto inconsciente: la sabiduría de mi arte.

- “(…) Y es entonces cuando soy dibujante, y ella me permite que le llame –mi arte.”

Escribo para ti y para nadie.. Primera parte


28-01-09

Te escribo entre carencia. Necesito de ti. Me he perdido entre las lunas que me recordaban tu nombre, ya no sé si existes entre atisbos inexplicables. Estas son las incoherencias que se leen entre fármacos y espacios dictados por el humo de algún cigarro y aquellas ausencias que carcomen la calma a cuestas de dudas reconocidas como ilegibles e insensatas; esta soy yo, absortándome entre aquella amplia gama que dibuja tus labios mientras me complacen con un prorrumpido –te quiero-. Es, tal vez, incomprensible mi absolutismo pero, eres la droga que aun no he empezado a consumir y ya soy adicta a ella… te necesito; como palpito, como sustancia… como el rito trasmutado a margen en mi vida, como el equilibrio que rige cada uno de mis inestables pasos.

Por primera vez, me ‘expreso’ con tanta sencillez y sabes muy bien que no me caracterizo por ello. No sé quien eres, no sé que clase de nombre leo mientras vagamente pienso; sólo…percibo y allí te encuentro, tan mía…tan soluble y ajena. Imagino voces, ¿Serán tuyas?

Me trae nostalgia el no encontrarme entre cada gota de tinta que derramo con torpeza sobre esta nota sin ser impresa. Cuánta calma me trae el imaginarte. Te lo doy todo en el vaivén de tu irreconocible presencia. ¿Quién eres? ¡Muéstrate!

Entre el sinfín de horizontes que se muestran en la fragua de mis somnolientos parpados, sollozante te veo… realzo mis manos, tratando alcanzarte. ¡Estas tan lejos..! Ya no hay senderos, tal parece que no hay más sueños en los qué dormitar. La nitidez de mis pupilas se ofusca, ¿sueño? –¡ja!-, sólo un par de lagrimas que aclaman ser liberadas… ¿Por qué tan traslucidas? ¿Por qué tan demencial ha de ser el sortilegio que representas?

Delega respuestas abstenidas para mi entre el azar del otoño y sus hojas secas. Relégame de tus desaciertos de invierno y hazme primavera…

Permíteme reconocerte, leer tu nombre en los umbrales de mi inconsciencia, se veraz… se mi tino… y desconciértame… exacerbera mis sentidos con el disfraz menguante de tu voz. Te siento; mas, no te tengo.

Por la charla evocadora de aquella noche.. D




Cada halito impregnado de vida creaba alegorías de deseos. Los espacios dictaban sonetos cáusticos de presencias entrañables bajo el estertor de la distancia. Buscaba el reto que contornea tus rastros, inmutando tu mente, rasgando recuerdos y, torturándote entre ellos.

Torturarte… para darle sentido al verbo, y demostrarte su eficacia e indudable fervor, te haré ver sangre… tu sangre. Seré más veraz y furtiva que un mordisco, seré filosa e impávida sobre tu piel, y tú, serás lo que te preside antes de ser mi vástaga, mientras me divierto con tus breves e incipientes quejidos. Daré rienda suelta a mis instintos sobre tu piel, hasta que tus gritos cesen y mi sadismo mengue. El cántico sanguinario será entonado por el crujido de mis dientes adentrándose en tu tez suave y lozana, el brillo determinado por tu pudor será mío y el miedo creado en estancia de tales fluidos acallará tu voz, inhibiendo las ansias que salen a flote entre la insoslayable excitación.

— Ha pasado un milenio de lunas, mi chiquilla. ¿Crees poder hacer aflorar mi sed y colmillos, ejecutando la parsimonia con que envuelta entre mis desvelos e imágenes, te entregas empedernida? ---Pregunté con cierta intriga e instigación.
Sólo recuérdame pedirte que me tortures, dicho momento… despide tanta belleza como la emitida por la silueta de tu cuerpo dibujada entre suplicios bajo la cordura de mi mente. —Respondes con incredulidad.

— ¿Te parece? <>, ¿Recuerdas? –Con perversión y sonriente, digo.

Al cabo de unos minutos, decides absortarte en otras sensaciones, encontrando mis roces en los espasmos húmedos que te cede un tenue baño. Mas, era ineludible el no continuar con tan leve charla, respondiendo con risas fragantes e incuestionables siseos emitidos con calor y halitos enmudecidos.

Me dediqué, entonces, a preguntarte, ¿Qué estás haciendo, mi Chiquilla? ¿Frunces tus labios u otro carmesí o, arañas tus piernas bajo el rocío de la sosegante ducha?

No escuché palabra alguna capaz de alegarlo. En su lugar, reconocí en tu sombra el deliberado frenesí que experimentabas mordiendo tus labios y, apretando tus senos mientras tus piernas firmes se veían victimas de tus dichas corporales, siendo arañadas; ahora, de forma casi inevitable, jugabas dentro de ti; pronto, el vapor del agua, te ofuscó, perdiendo mi mirada, quien libérrima y cautiva permanecía siguiendo tus ritos…

Me limité a confesarle que ya no gozaba de la misma amplia gama de palabras con las que recurría a sensaciones; sus juegos corporales alimentaban la sed de mis estrépitos cultos martirizantes; así que le pedí que continuase hablándome de sus recorridos…

— Mi mano desciende, -contestó-, arañando lentamente mi cuello hasta desembocar anhelante en mis senos, quienes prisioneros de su fuerza se estremecían complacidos…

Sonriente mientras no hacía mas que contener los deseos mancebos de mi cuerpo, notaba como dicho tacto caía en la cuna de su abdomen hasta reconocer su vientre como frágil y exaltado. Mis labios desmesuraban las fragmentaciones de tiempo que nos separaban, estando tan próximas.

— ¿Cómo estás? –pregunté.
— Húmeda y sedienta de placer –contestaste.

Sales. Te posas frente a mí y exiges ser complacida mediante el contacto piel contra piel, mostrando, a su vez, el frío que sumía tu tez erizada.

Socavada de proezas y rastros blasfemos, me tiendo sobre ti, devorando cada atisbo y beso que me sea posible corroer. Mis manos rasgaban con locura el tino que inmovilizaba tu cuerpo, hasta leerte entre sus ritos, energúmena y sedienta.

Tus manos, como si fuesen versos libres, se acunaban en mi cabello drenando la lujuria que las cohibía sobre el sollozo de mi pecho desnudo y gélido. Mi cuello se sucumbía al decirte, -lámeme-; me pregunté sumida en el miasma de nuestros gemidos, ¿cuánto tiempo he de esperar para renacer impune entre sus brazos y dientes? Solo los roces retorcidos de tu cuerpo dictaban alguna respuesta entorpecida a cuesta de dudas.




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Ya era hora de que publicase este relato. Es el resultado de una placida charla, un breve juego de palabras con incipientes sensaciones. Fue escrito aproximadamente el 14 de Diciembre del 2008; mas, ahora, lo comparto... espero sea de su agrado, mi querido lector...


Hasta entonces, me despido...