02-02-09
326 días han pasado desde que me dedicaste el sórdido aire que respiras entre el caos de tus reprochantes memorias. Las extensiones de verdades inciertas se cuelan en el frio que vislumbra aquellas frases celebres que martirizan los indicios de tu voz exánime. Justo ahora, más que nunca, siento como filtras el solitario sonido que respiras al escucharme, bebes las fragancias insípidas trasmutadas en rastros y, acaricias aquellos confines que los destellos prohíben; mientras, me dedico a imaginarte velada por la penumbra de alguna melodía fugitiva, lacerando la incertidumbre de mi cuerpo desatinante; empezando entonces, con cierta indiscreción alguna conversación imprudente con breves imágenes que te dibujan entre los espasmos que mi lucidez llama recuerdos inmemorables… sólo frutos de fuentes lejanas e intuitivamente deseadas. Dime y, responde con sinceridad, ¿Cuándo me llevaras a soñar en lugar de vivir? ¿Cuándo será tu sombra el flagelo de mi presencia? ¿Cuándo podré indicarte aquel paraje que te llevará al sepulcro de mis labios? Y, dedícate a acariciar dichas sensaciones sintiéndome, a media luz… si estas allí.
¡Vaya enloquecedora que se tornan las búsquedas! Cuán traslucidos son los retratos que imprimen los sonetos de nuestros balbuceos infernales y vibrantes. Todo es concebido entre los tic tac, tic tac del tiempo en su inquietante e infinita duración.
Duermo. Ya ni mis ansias toleran los efectos colaterales del insomnio y los fármacos que ingiero: entre mentiras e infamias tus manos perciben el gélido hedor de la fragua que represento; escucho el eco de tu voz diciéndome --¡Filtra! ¡Bebe! Sacia tu sed en mi piel. Con tus manos desgarra mi tez. Frunce mis labios bajo el manantial que empaña el rito de nuestros cuerpos ahogándose en la más profunda de las pasiones, agónicamente…
(..) Permíteme estrujarte y, en besos, poseerte. Haciendo de tus sentidos cuál pecado digno de mi devoción y, de tu sangre el vino que transitará entre los bálsamos de tu cuerpo, ahogando mis dientes en el estertor de tu piel--.
Tic tac, tic tac, tic tac. Despierto agitada destilando pesadillas que sólo me conducen a la misma y monótona pregunta. Sentidos trémulos. Palabras que se detienen en constantes tartamudeos. Sólo… un hálito, una decadente vociferación: ¿Estás allí?
Cada infinita noche trae consigo mis desvelos e infortunios sueños. En cada noche te busco… te buscaré y, por unos instantes creeré que te habré encontrado… sonriendo, desdibujado entre la clemencia que hace demencial a mis labios bajo el mortuorio brío de las estrellas al amanecer. Así que, te esperaré esta noche, y la siguiente, y la siguiente, y la que le sigue a ésta. Sencillamente, te esperaré, jugando a dormitar entre mis ángeles y demonios: bajo el llover de las estrellas o, bajo el caminar de voces sanguinarias con las que sólo con mirarte logro palparte; entre tanto y mucho más, lo haré.
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