sábado, 4 de abril de 2009

Balbuceos...

15-02-09
He escrito por celos. He escrito por abandono. He escrito por atisbos inmutables. He escrito por carencias entrañables. He escrito por pasión y deseo…. Y escribí por ti; por aquella gama de recuerdos que se condensaban justo en el momento en que levantabas tu titubeante mirada al cielo reconociéndome entre el desdén de destellos al llorar, puede que te hallas preguntado que si al igual que el sol, mi mirada te habría abandonado.

Es fácil fingir, pasar por alto lo inevitable y hacer trascendental todo sentimiento que no deba ser alimentado mientras nos hace perecer. Es fácil ser el ciclo de lo monocromático y absurdamente inexplicable. Somos aquella ‘normalia’ que se ve delimitada por temores y quejumbrosas hipótesis sobre lo que somos y no seremos; eso somos: la triste fachada de lo irónico. Y es así como te veo, adjunta a la trivialidad de la conducta, siguiendo pasos ajenos e inmaculando tus proezas con inocencia… es, simplemente, el mismo rostro.

Otra mascara, un nuevo recital de lagrimas en tu nombre y, el tejado de mis alternativas desmesurándose entre el matiz de sus colores anímicos. Otro rostro, una nueva sonrisa; ¿Me miras? Sonríe… sigo aquí, prisionera de la abstinencia, demoliendo recuerdos y forjando fronteras.

Te dedico esta instancia en la que no hay cielo, en la que las tórridas corrientes flagelantes del viento también se ausentan; te dedico mis oprobios e infortunios literarios, así como la errada silva de mis líneas dibujando tu nombre entre versos cuya métrica se desconoce. Cada palabra es desconcertante, y cada letra pierde sentido mientras yo, carente de sensaciones y entregada a la sulfuración de mis poros, hago de mi visión e imaginación alguna imagen desorbitante y agitada entre los espacios de mi respiración. Los colores decaen, todo se degrada coordinadamente con cada lágrima: Mi lámpara… mi habitación… mi cama… tu rostro, tu voz, el eco caustico de tu presencia y, tu aroma: toda una entera comunión desbordándose en una desligada entrega.

De nuevo escribo, sólo que entre tantas incoherencias no diviso el por qué… tal vez sea para ti, no lo sé.

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