lunes, 31 de diciembre de 2007

En compañia del silencio

Desconozco esto que al pensarte he de sentir. El anhelar escucharte decirme libremente lo que sientes, empieza a ser, sólo un sueño más.


Tu voz, hermosa se torna al llamarme. He de sentirme caer en ti al percibirte, pero, me pregunto si te sueño, o fue real este bello beso, pues, la dulzura de tus labios osa complacer mis deseos, mientras mi tacto se amolda en tu cuerpo y, mía te siento.

Como quisiera lograr sucumbir tus sentidos, para liberar aquello que me mantiene sujeta a ti, tu voz, de un mortuorio destino en medio de la opresión del silencio.

Atrapada en mis anhelos, solo te pienso, mientras detallo aquella belleza con la que vistes al despertar, haciéndome prisionera del recuerdo, y esclava del tiempo que me aleja de ti.

Tú, eres aquella quien irrumpe en mi oscuridad. Tan sólo con regalarme una sonrisa, con palabras… la haces mía.

Con delicadeza, en un beso a ti me entrego, saciando toda mi sed con tus labios; dando lugar en mí, a una nueva adicción llamada amor. Así que me detengo a preguntarte, ¿Osas convertirte en mi perdición, al sumergirte en la lujuria de mis líneas, amada mía?

Te otorgo silencio, pues, he de callarte con un beso. Mientras consigo encontrar aquel regazo que me acobija bajo su protección, en ti.

Te quiero, y lo grito mediante estas líneas, a pesar de que me soborna el silencio, ofreciéndome conservar dentro de sí, mis más oscuros secretos. Secretos como los que ángeles se atreven a ocultar bajo el resplandor de la luna.

Intrigada debido a todo esto, una nueva pregunta me he cuestionado -¿Acaso, hemos de heredar el pecado de ángeles con deseos carnales, al renacer entre la inmortalidad?-.

En un mundo fuera de lo real, han de desatarse preguntas tan abstractas como su procedencia. Pero, de forma extraña, en el te veo, sonriendo, en compañía del silencio.

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