—No me dejes —suplicó el muchacho—. Esta noche no.
—De acuerdo —contesté. Lo conduje a mi camarote y cerré la puerta, tras despedirme con un educado gesto de Jacob, quien nos observaba con el celo de un guardián.
—¿Qué quieres?—pregunté.
El joven me miró y meneó la cabeza. Alzó las manos en un gesto de desesperación. Luego se volvió, me estrechó entre sus brazos y me besó. Nos besamos con frenesí.
Me quitó la camisa y nos tendimos sobre el camastro. Pese a su rostro infantil, era todo un hombre.
Y cuando llegó el momento de éxtasis, lo que ocurrió muy pronto, dada la tremenda energía del joven, noté el sabor a sangre. Me había convertido en el vampiro del sueño. Mi cuerpo se tensó, pero no importaba. Él disponía de cuanto precisaba para concluir sus ritos de la forma satisfactoria.
—Eres una diosa—dijo, incorporándose.
—No —musité. El sueño cobraba vida. Percibí el sonido del viento sobre la arena. El olor del río—. Soy un dios... un dios que bebe sangre.
Realizamos los ritos amatorios hasta que quedamos extenuados.
—Muéstrate discreto y cortés con nuestros anfitriones hebreos —le dije—. Son incapaces de comprender esta clase de cosas.
Él asintió con la cabeza.
—Te adoro —musitó.
—No es necesario. ¿Cómo te llamas?
—Marcellus.
—Bien, Marcellus, vete a dormir.
Marcellus y yo convertimos cada noche en una orgía de placer hasta que al fin vimos el faro de Pharos y comprendimos que habíamos llegado a Egipto.
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Poco despues de Lydia (Pandora) haber tenido una pesadilla en la que cumplia el rol de vampiro, con tanto fervor y placer, se entrego a aquel muchacho que apenas conocia.
Me ha gustado ese fragmento de -Pandora-, escrito por Ann Rice. ---Y fue asi, como dos cuerpos extraños entraron en intima complicidad, y el extasis de sus "ritos amatorios" les condujeron a agasajarse continuamente, noche tras noche... entrega tras entrega.
^^
domingo, 13 de julio de 2008
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