-III-
Y entonces apareces tú y empiezas a revolucionarme la vida,
a dejarme con mirada encendida y con el cuerpo ardiendo,
con las manos impacientes y con la lengua desnuda
de tanto contártelo todo.
a dejarme con mirada encendida y con el cuerpo ardiendo,
con las manos impacientes y con la lengua desnuda
de tanto contártelo todo.
descubro que dentro de mi boca resuena el eco de tu nombre y
debo esforzarme por no dejarle escapar. Quizás porque temo
que te enteres y, en un arrebato de distancia y soledad,
decidas no volver.
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