miércoles, 31 de agosto de 2016


01-04-16


Me encanta la convivencia, la plenitud de un vínculo cálido y afectivo. La calidez que emite el cuerpo de quien, al parecer, quiere de verdad. Me encantan esos abrazos de cuerpo con cuerpo, los besos en la nuca y las caricias en la espalda... pero no de cualquiera, no de completos extraños... no a la deriva. Me encantan las formas y los contornos a oscuras, el brillo de la piel al desnudarse y el fervor de la voz cuando se estremece. Me gustan las imágenes, ¡me encantan las tuyas!

No tengo palabras, mi alma enmudece bajo el sosiego forzoso del miedo a que el verbo no sea verbo, a que el ‘nosotras’ se extinga... a que dejemos de resonar.

Solía ser punzante, insoslayable... quisiera ser de nuevo la hoz de tu tino, pero el margen de tus aciertos. Quisiera que con tus manos tomaras mis brazos fuertemente y apretaras mi cuerpo contra el tuyo en un intento de fundirnos, quisiera que el fervor de tus labios me despojara de toda incertidumbre… quisiera robarle sorbos de sobriedad a la moral para sentirme próxima a la verdad estando contigo. Arrancarte las mentiras y tragármelas.

Y es que de pronto todo toma otro rumbo, las palabras se voltean para vaciarse tergiversadas exhumando errores y confesiones a medias. Hablamos de nombres y los usamos como si su veracidad se antepusiera a la del verbo, a la de ese augurio de insensatez y arrobos de complacencia y, a veces, de hipocresía. Así que, de momento, podemos permitirnos mentir, sonreír con benevolencia porque ahora, el verbo, no lo somos nosotras.
Pero no me alcanza con tenerte a medias, así que cito “(…) estoy cansada de tenerte y no tenerte, como esas estrellas fugaces que vuelven y luego de un tiempo se ausentan”; intento contemplar la idea/posibilidad de un amor compartido para evitar desvelos o preocupaciones, ¡pero me resulta inconcebible un amor que no grite! ¡Que no gima de celos ni se arrastre de pasión!
Así que allí me encuentro, buscando tenerte pero intentando no quererte demasiado; como quien busca olvidar, pero sigue recordando. No sé qué hacer con mis deseos a medio cumplir ni con las inquietudes que me atormentan al pensarte y descubrir que ésto no tendrá nombre porque el desconcierto de mi ansiedad nocturna es posesivo y obsceno; porque tu imagen me retuerce, y las voces de otros autores me conducen a aquella sinuosa forma que idealizo bajo tu nombre, o bajo el espectro de lo que creí eras.
Creo que no existen puntos medios y que un punto y coma es una pausa demasiado corta para nosotras. Puede que este sea el único medio en que consiga  comunicar o drenar aquello que me impide despertar tranquila o dormir sin anhelar un poco de ese abrazo cuerpo con cuerpo… piel con piel.


Adriana De Sá.
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Eres un pecado encantador pero, quizás... en tu boca no se encuentre mi nombre y mi piel no se desgarre mientras tu aliento lo pronuncia. Eres capaz de robar, incluso, la expansión del eco que grita por ti rebuscándome entre aullidos y chirridos exasperantes… entre espasmos de deseos y la sinonimia a la que recurren tus besos cuando a mediados de la madrugada mengua el chasquido de mis teclas y, es entonces, cuando en silencio conoces el abismo del que se ven seguidas mis palabras. Calla. Escucha. Siénteme.  Tic, tac, tac, tac. Cae la noche, promedia la hora. Shh.

Busca entre mis balbuceos sobras del brío con que vestía cada letra, e incrústalos en mi carne hasta que les sienta tal y como sentía la fantasía de tus labios explorando la geografía de mi cuerpo.

Soy ajena. Soy límpida. Soy soslayo.
Pero sobretodo, soy lo que quieras que sea.
Dale forma al verbo que pueda representar mi
Presencia sosegada, y tima mi alma con mentiras
Piadosas y besos destinados al anonimato de tus caricias.

Soy ambigua; lo seré mientras me leas…


Adriana De Sá

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 ... un poco viejo ...
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<<Cuando yo nací, empezó el mundo>>, pero llego un momento, un par de años más tarde, en que llevé un trozo de papel a mi boca y descubrí el sabor de las palabras impresas con dolor, remordimiento y alegría; y por fin entendí que la culpa no tiene dedicatoria ni favoritos y que el odio es una de las tantas mentiras del alma, que los besos son más dulces con cariño, y que el tiempo no es olvido porque el olvido no está hecho para tiempo ya que es solo una onomatopeya de la saludad. Y entendí también, que en ese instante empezó la entrópica historia de mi existencia.




Adriana De Sá

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Un poco viejo..